Akira Kurosawa, máximo exponente del cine japonés
Hay directores de cine tremendamente populares y conocidos que llenan las salas con su sola presencia en los carteles. Gente como Christopher Nolan, Steven Spielberg o Quentin Tarantino han logrado tanto éxito en sus carreras que ellos mismos son el reclamo de sus películas. La gente va a verlas sin siquiera saber de qué van o haber visto un tráiler. Hay que ir a verla última de Scorsese, porque ese nombre ya es sinónimo de calidad y buen cine. Su popularidad es tal que de hecho, casi todo el mundo les conoce, aunque muchos ni siquiera hayan visto alguna película suya, o se hayan limitado a ver su obra más famosa. Esa fama está más que merecida, pero tampoco hay que ceñirse a ella para alabar a esos directores como los mejores de su tiempo. Porque tal vez haya otros nombres más importantes que, por cualquier motivo, no son tan populares entre el gran público.
El de Akira Kurosawa es uno de ellos, un director absolutamente imprescindible para entender nuestro cine moderno, pero que para la mayoría es un gran desconocido. Claro que los amantes de las películas sí que saben quién es Kurosawa y seguramente hayan visto muchas de sus películas más célebres, pero hablamos ya a nivel de cultura general en una sociedad que cada vez parece prestar menos atención a la autoría, y se deja llevar más por los universos cinematográficos, donde puedes poner a cualquier persona a dirigir y casi no se va a notar la diferencia con otra. Kurosawa es uno de los directores más influyentes del siglo XX, y solo con conocer la opinión que tenían de él otros reyes del séptimo arte como Spielberg, Tarantino o George Lucas, uno se hace verdaderamente consciente de todo lo que el cineasta japonés consiguió.