La difícil situación de la prostitución en Irán
La mayoría de nosotros solo conocemos lo que pasa en Irán a través de lo que los medios de comunicación nos muestran. De tanto en cuanto, el país asiático se convierte en tendencia, ya sea por las decisiones de su gobierno, por algún que otro enfrentamiento sangriento en sus fronteras, o por las terribles noticias que nos llegan desde allí. El país está totalmente controlado por el Líder Supremo, máximo responsable del partido gobernante, que hace y deshace las leyes a su gusto. Los derechos humanos brillan por su ausencia, especialmente para aquellos que osen alzar la voz contra dicho gobierno. En los últimos tiempos han sido muchos los investigados, encarcelados e incluso ejecutados por defender simplemente la igualdad de derechos de las mujeres, por ejemplo. En Irán todavía se lleva a cabo la sharia, la ley islámica que obliga a las mujeres a salir de casa con velo o hijab y ropa holgada.
En un país como este, tan apegado a la religión y con normas tan estrictas, no es de extrañar que la prostitución esté no solo prohibida, sino también perseguida. El propio hecho de mantener relaciones extramatrimoniales ya es repudiado, e incluso a veces se puede llegar a la cárcel por ello. Esto es mucho más fácil si eres mujer, claro está, ya que las leyes suelen ser más duras con ellas que con los varones. Y aun así, en un ambiente tan prohibitivo y cerrado, la prostitución se sigue dando, especialmente en las grandes ciudades. Esto es algo que llama mucho la atención porque, de hecho, las autoridades hacen todo lo posible por mantener a raya este trabajo, con penas importantes para las que lo ejercen. La situación económica y social de Irán, sin embargo, ha empujado a muchas mujeres a entregarse a estos servicios sexuales, para poder subsistir. Lo hacen a riesgo de ser detenidas y juzgadas, jugándose incluso la vida, en una situación compleja que no es más que el reflejo de lo que ocurre cuando se prohíbe este trabajo.