¿Estamos ante una nueva era de puritanismo?
La ruptura de la Iglesia Anglicana con la Católica, llevada a cabo por Enrique VIII por puro deseo egoísta de salirse de las normas impuestas desde Roma, supuso un gran cisma religioso. Un punto de inflexión dentro del protestantismo, que había empezado a forjarse décadas antes, a finales del siglo XV, y que supuso el principio del fin de la hegemonía católica en Europa. Los cristianos ya no querían seguir una sola doctrina, y estaban empezando a abrirse a nuevas formas teologías, a nuevas formas de entender la religión. Pero igual que sucedió con esta ruptura, dentro de la Iglesia Anglicana también surgieron muchos roces y fricciones durante las décadas siguientes. Grupos de fieles que seguían viendo insuficientes los cambios que se llevaban a cabo, y que opinaban que el Anglicanismo mantenía muchos vicios del Catolicismo. Eran los llamados puritanos, creyentes férreos en una forma de fe mucho más abnegada y según ellos, cercana a Dios y a sus enseñanzas.
El puritanismo se extendió no solo por toda Gran Bretaña, sino que tuvo un papel importantísimo en el colonialismo norteamericano. Incluso en el nacimiento de la propia nación estadounidense, décadas más tarde la llegada del famoso Mayflower. La zona Este de Estados Unidos, conocida en su momento como Nueva Inglaterra, se llenó de estos fieles, a veces tremendamente fanáticos, como se puede comprobar en películas como El Crisol o La Bruja. Los puritanos tuvieron mucho que ver con la implantación de ciertos dogmas en la raíz misma de Estados Unidos, tanto que hoy, siglos más tarde, todavía lo podemos comprobar. Existen en el país norteamericano iglesias puritanas, dentro del protestantismo, que abogan por la supresión de todo tipo de cultura que se salga de lo religioso. Y no hablamos solo de los amish y personas de este tipo, sino también de conservadores que ostentan cargos de poder y están dentro de la sociedad de facto. El puritanismo, como abnegación a los valores tradicionales, se hace cada día más fuerte, y lo estamos comprobando también en los productos culturales. La libertad de la que disfrutamos en los 80 y 90 se está perdiendo por completo en esta nueva era.