La mayoría de nosotros solo conocemos lo que pasa en Irán a través de lo que los medios de comunicación nos muestran. De tanto en cuanto, el país asiático se convierte en tendencia, ya sea por las decisiones de su gobierno, por algún que otro enfrentamiento sangriento en sus fronteras, o por las terribles noticias que nos llegan desde allí. El país está totalmente controlado por el Líder Supremo, máximo responsable del partido gobernante, que hace y deshace las leyes a su gusto. Los derechos humanos brillan por su ausencia, especialmente para aquellos que osen alzar la voz contra dicho gobierno. En los últimos tiempos han sido muchos los investigados, encarcelados e incluso ejecutados por defender simplemente la igualdad de derechos de las mujeres, por ejemplo. En Irán todavía se lleva a cabo la sharia, la ley islámica que obliga a las mujeres a salir de casa con velo o hijab y ropa holgada.
En un país como este, tan apegado a la religión y con normas tan estrictas, no es de extrañar que la prostitución esté no solo prohibida, sino también perseguida. El propio hecho de mantener relaciones extramatrimoniales ya es repudiado, e incluso a veces se puede llegar a la cárcel por ello. Esto es mucho más fácil si eres mujer, claro está, ya que las leyes suelen ser más duras con ellas que con los varones. Y aun así, en un ambiente tan prohibitivo y cerrado, la prostitución se sigue dando, especialmente en las grandes ciudades. Esto es algo que llama mucho la atención porque, de hecho, las autoridades hacen todo lo posible por mantener a raya este trabajo, con penas importantes para las que lo ejercen. La situación económica y social de Irán, sin embargo, ha empujado a muchas mujeres a entregarse a estos servicios sexuales, para poder subsistir. Lo hacen a riesgo de ser detenidas y juzgadas, jugándose incluso la vida, en una situación compleja que no es más que el reflejo de lo que ocurre cuando se prohíbe este trabajo.
Irán prohíbe el trabajo sexual
La prostitución no siempre ha estado prohibida en Irán. De manera legal, eso sí, no existía una ley específica que la persiguiese hasta hace unos años. De hecho, en 2013 todavía quedaban burdeles y prostíbulos en la capital, Teherán, que fueron desmantelados por el Gobierno para “acabar con la prostitución”. Evidentemente, el resultado no fue el esperado, y las chicas pasaron de trabajar todas juntas en un lugar controlado y seguro a tener que hacer la calle, con el peligro que eso conlleva. Antes de eso, la prostitución ni siquiera se concebía. No era un problema, porque se daba por hecho que no existía en el país. Se miraba para otro lado, evidentemente, porque las prostitutas no surgieron hace una década…
La prohibición del trabajo sexual se enmarca dentro de la propia prohibición a mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Esto es algo muy importante en la religión islámica, y por supuesto, también lo es para los gobiernos que toman esa ley “sagrada” como dogma. Las mujeres no pueden siquiera salir de la calle con el rostro descubierto, y sin embargo, la prostitución también se ha perpetuado en el país, por un motivo tan obvio como incuestionable: hay hombres que demandan servicios sexuales y pagan por ellos. Las mujeres muchas veces se entregan a estos trabajos para poder vivir medianamente bien, incluso estando casadas. Y es que la situación económica de Irán no es precisamente boyante.
La única opción para muchas mujeres
Como podrán entender, no hay muchas mujeres en Irán que tengan la vocación de ser prostitutas. Si en el resto del mundo el sexo sigue siendo un tabú, la situación en este tipo de países islámicos es mucho más extrema. Las mujeres son criadas para ser casi sirvientas, mudas y complacientes con lo que los hombres quieran. Sus anhelos propios quedan en un segundo o tercer plano. Y el hecho de intentar convertirse en trabajadora sexual ya supone no solo un riesgo, sino también un dilema moral importante para estas mujeres. Aun así, el número de prostitutas ha crecido en el país, según los últimos datos, extraoficiales claro está. Y es que la situación de pobreza y exclusión que viven muchas mujeres las ha arrastrado al mundo del sexo profesional.
Cómo se sortean la censura y las prohibiciones
En un país donde salir a la calle sin velo es un delito, ¿cómo es posible que muchas mujeres sigan ejerciendo la prostitución? La explicación es clara: pura necesidad. El riesgo es asumible, y deben decidir si trabajar en este tipo de servicios sexuales o quedar totalmente en la miseria. Es una realidad triste y mucho más compleja, pero al final, la situación es la que es. La censura de este tipo de servicios siempre puede sortearse, como se lleva haciendo siglos en este y en tantos otros países. Al final, cuando se trata de prohibir la prostitución, lo único que se consigue es perder por completo el poco control que se pueda tener sobre ella cuando es legal. Y eso es justo lo que ha ocurrido en Irán.
Antes, las mujeres trabajaban en unos burdeles clandestinos. Estos también estaban prohibidos, pero se hacía la vista gorda. De hecho, servía en muchas ocasiones para controlar a estas trabajadoras y permitirles estar algo más seguras en este lugar. Cuando los burdeles se desmantelaron, las chicas pasaron a trabajar en la calle o por su cuenta, hasta la llegada de Internet. Ahora, gracias a las nuevas tecnologías, estas prostitutas llevan a cabo su trabajo en su propio hogar en muchas ocasiones, anunciándose bajo otro tipo de ofertas. Por ejemplo, es habitual encontrar anuncios de zapatos con la caja abierta, puestos de esa forma para pasar desapercibidos. Es la jerga que se utiliza para anunciar servicios sexuales en plataformas de compraventa y otros sitios de Internet.
El tabú del sexo en el islam
El islam siempre se ha mostrado totalmente contrario a las relaciones sexuales por el simple placer, encajándolas solo dentro de las relaciones matrimoniales. Esto, obviamente, ha provocado que el sexo sea un tabú enorme en el país, y ni hablar ya de lo que supone la prostitución. Los gobernantes han tenido que enfrentarse a la dura realidad de entender que por más que se persiga, esta práctica se sigue dando, escapando a su control, como hemos visto arriba. El deseo es algo natural en el hombre y una prohibición no le va a impedir buscar servicios sexuales, de forma clandestina. Se ha llegado incluso a admitir el sheriq, una especie de matrimonio express de conveniencia, para permitir el pago a las chicas a cambio de relaciones sexuales. En este matrimonio, que puede durar solo unas pocas horas, la mujer recibe cierta dote de parte del hombre, a cambio de su compañía, una excusa para mantener relaciones “dentro del matrimonio”, y escapar así de las prohibiciones marcadas por la ley islámica. El que hace la ley, hace la trampa, como suele decirse, y más si hay sexo de por medio.